29 abril, 2013

7 De curas y ladrones


Templo de San Francisco, Potosí
Una ola de robos sacude en las últimas semanas a varios templos del país. La mayoría en las viejas iglesias de la Villa Imperial de Carlos V, secularmente conocida como ciudad de Potosí, la más poblada y próspera de América hace varios siglos. Ya ni los santos causan temor a los sacrílegos amigos de lo ajeno. No es de extrañarse, pues no son raterías improvisadas ni oportunistas. Amén de que bandas profesionales fisgonean, como primer paso, durante las visitas masivas, para luego dar el golpe; se ha sabido de casos en los que sacerdotes y sacristanes custodios han estado involucrados, pues ellos son los que se conocen a fondo los recovecos y habitaciones secretas donde se guardan las joyas valiosas. Cada cierto tiempo, el país se despertaba con la diabólica noticia de que algún templo había sido saqueado, a veces sin forzar las cerraduras y ni el espíritu santo de testigo. Sólo que ahora, preocupa a los jerarcas de la Iglesia que se estén produciendo uno detrás de otro, como por puro milagro.

En ciertas ocasiones, recorriendo algunas regiones del país, me llamaba poderosamente la atención que aún en lugares inhóspitos del vasto altiplano, siempre había una iglesia en cada caserío desperdigado en mitad de la nada, cuyo campanario pobre se tornaba desde lejos como única referencia para los escasos viajeros. Juro que no había ni un alma a la vista entre las pocas casas y su infaltable templito de barro y techo de paja, todos abandonados a su suerte, como villorrios fantasmas. Siempre se repetía la misma estampa cada cierto trecho, como si fueran diseños calcados por caprichos celestiales. En el trayecto, me preguntaba a quién se le ocurriría levantar esos edificios en semejantes parajes: desérticos, fríos, inmisericordes y alejados de centros poblados. 

Sin embargo, esas sencillas iglesias construidas durante el periodo colonial, a pesar de su austeridad y descuido prolongado todavía conservaban muchos cuadros con temática religiosa, que andando el tiempo se han constituido en valiosas piezas de arte apetecidas por coleccionistas privados. En las iglesias del altiplano estaban las mejores muestras del arte pictórico que floreció bajo la influencia de la denominada Escuela del Cuzco. Como era de esperar, y ante la negligencia de las autoridades, poco a poco, las muestras fueron robadas por los mismos lugareños que, ignorantes de su valor histórico, no tenían escrúpulos para venderlas como mercadería común.  Parte de ese arte tiene como destino el continente europeo. La rapiña continúa, como antaño fueron los minerales. Así desaparecieron pinturas, estatuas, joyas varias y piezas de retablos. El mismo drama en toda América.

Pero ahora, los ilustres devotos de San Dimas se atrevieron hasta con la Virgen de Copacabana, la patrona de la mayoría de los bolivianos. El santuario de Copacabana con seguridad es la Meca boliviana, cuya pequeña población vive exclusivamente del turismo, fundamentalmente religioso, no le queda de otra, pues es una singularidad en la geografía nacional, una especie de San Marino, enclavada entre territorio peruano y el lago Titicaca, en una estrecha península. La comunicación más natural con el resto del país suele ser a través del estrecho de Tiquina, a bordo de lanchas. Este sitio es el más visitado por los devotos nacionales, incluso muchos peruanos, tal vez porque se dice que la Virgen morena -esculpida por un artista indígena durante la Colonia-, es la más cercana a la gente, la más milagrosa de todas. Como se sabe, los milagros tienen precio. Así, no era extraño que, esta imagen venerada fuera también la más rica, obsequiada con múltiples vestidos con bordados de oro, coronas, crucifijos y otras joyas de oro y plata, que a lo largo de los años, comerciantes prósperos fieles seguidores de la “Mamita” depositaron como actos de fe. 

Hace pocos días, el pueblo de Copacabana se conmocionó con la noticia, ni una ola gigantesca del lago hubiese causado tanto revuelo. En un santiamén habían saqueado el santuario. Un par de sacerdotes y varios lugareños fueron detenidos con fines investigativos, según las autoridades policiales. Entretanto, “todo el mundo es sospechoso”, se decían unos a otros, flotando en el aire un sentimiento de culpabilidad colectiva.  Hasta Evo Morales se puso a divagar sobre el asunto, disparando sus dardos hacia la jerarquía eclesiástica. Acusando a algunos obispos de ser los responsables de los robos, declaró "¿quién maneja la llave de esa iglesia?, son los obispos y saben los obispos quién entra, quién sale. Por tanto saben quién se lo saca las joyas”. Curioso que se ponga a pontificar sobre la culpabilidad de los religiosos cuando en su momento no investigó a varios de sus propios ministros, sindicados de estar involucrados en casos de corrupción, contrabando y extorsión. Coincidentemente, a la par que está peleado con los jerarcas católicos, está de buenas migas con los ministros de la Iglesia evangélica, habiendo sido agasajado y reconocido por su “liderazgo” por parte de estos. En el ínterin, le queda tiempo para contarnos anécdotas de su efervescencia católica, moviéndose como todo buen camaleón, avizorando tiempos de elecciones. Hasta los ángeles le creen.


23 abril, 2013

6 De sicarios y policías


Foto: El Dia
Menos de 72 horas después del espeluznante crimen, el supuesto asesino fue presentado en una rutilante (por las cámaras y flashes) conferencia de prensa. Otro golpe de notoriedad se anotó el ministro de Gobierno, que por todo lo visto, pareciera que es el ministro más trabajador de Evo Morales. Asimismo, la Policía parecía reivindicarse después de tantos palos de la opinión  pública sobre la inseguridad reinante en las principales ciudades bolivianas. Maravillados por esa rápida y tenaz respuesta, la institución del orden puede ser eficiente cuando quiere, decíamos.

La ciudad de Santa Cruz de la Sierra (todavía quedan algunos ingenuos viajeros del exterior que llegan muy abrigados creyendo que es otra ciudad montañosa del “país del altiplano” y se desengañan viendo palmeras y ni un cerro a la vista) es la segunda ciudad boliviana en extensión y la mayor de la región oriental. Hoy, convertida en un polo de desarrollo agroindustrial, es el principal destino de la migración interna. Una tierra de promisión, de esperanza y futuro para miles de bolivianos. Como locomotora de la economía boliviana, no sólo alimenta al país, sino que exporta toda suerte de productos no tradicionales como la producción de modelos que la han convertido en una pequeña Venezuela, una fábrica de reinas de belleza.  

Pero la prosperidad económica acarrea también su lado oscuro. El dinamismo del comercio y la industria mueve mucho dinero y, por cierto, atrae las miradas de los hombres de negocios, incluyendo el hampa. Así como las principales fábricas se han instalado en esa región, también lo ha hecho la boyante industria del narcotráfico y sus actividades relacionadas. La Santa Cruz plácida y segura, de hamaca y carretón se ha transformado súbitamente en una ciudad de edificios, coches lujosos y calles descontroladas. Un tiempo atrás, los asesinatos por encargo eran cosa rara y al amparo de la noche. Hoy, los pistoletazos a plena luz del día son cada vez más frecuentes y los criminales cada vez más avezados. Meter plomo a sangre fría antes era casi impensable, ahora impera el “método colombiano”: un tipo que se baja de una motocicleta y le vacía el cargador a un señalado, sin asco, a la vista de todos. 

Eso fue lo que vimos hace una semana atrás (cámaras de seguridad mediante), cuando un individuo huía desesperado, trastabillando entre varios automóviles estacionados. Que una mujer le haya negado auxilio cerrándole las puertas de su coche, me hizo recordar a la circunstancia de un personaje de García Márquez a quien los vecinos le cerraban sus puertas cuando escapaba de sus perseguidores. El hombre indefenso, un comerciante maderero de mediana edad, presa del pánico ni siquiera podía correr ante lo que se acercaba como una sombra, porque las cámaras no lo registraban todavía. Unos segundos después, el sicario, un hombre alto y esbelto, aparece de espaldas como un pistolero del viejo oeste con el arma empuñada. Se acerca tranquilamente a la víctima que parece gatear en el suelo, quizás por alguna herida. El matón hace el ademán de rematar a quemarropa pero parece que el arma se le traba, por lo que a continuación se ensaña con la víctima propinándole unas patadas en el estómago.  Luego, el infortunado, a duras penas logra atravesar la calle casi arrastrándose, llegando al bordillo de la acera. Ahí mismo, de gatas, se desploma seco por un tiro de gracia en la cabeza. El asesino tiene hasta la tranquilidad suficiente para regresar a recoger un documento o panel que se le había caído metros más atrás. A continuación,  se va caminando como si nada.

Este hecho de sangre, a media mañana, muy cerca del centro de la ciudad, conmovió hasta los cimientos de la sociedad cruceña. “Fue por narcotráfico o ajuste de cuentas” señalaban las voces más rápidas que un gatillo para anticiparse a las investigaciones. El ministro de Gobierno, de inmediato se trasladó desde La Paz para encargarse personalmente del asunto, encomendando a los policías que lo quería vivo o muerto al sicario. Menos de tres días después, presentaron a un sospechoso de nacionalidad brasileña que había estado preso por otro crimen. Entre agentes encapuchados, el individuo, muy indignado, le espetó al ministro que él no había cometido el asesinato. Hechas las comparaciones con el video respectivo, las autoridades, aparentemente se dieron cuenta de que no coincidían los rasgos, aparte de que el brasileño era de menor estatura que el sospechoso de la imagen. Tampoco los tres testigos oculares del hecho reconocieron al capturado como el autor. Aún más, el abogado del acusado defiende que éste estaba en un Juzgado firmando un documento de control (por haber sido excarcelado en fecha reciente) a la misma hora que se cometió el crimen.  Por falta de pruebas incriminatorias, una juez no tuvo otro remedio que declararlo libre. Pero, curiosamente, al poco rato, lo volvieron a acusar de un supuesto delito para no dejarlo salir. Todo parece que querían remediar una chapuza con otra chapuza. 

Así suceden las cosas en este novelístico país. Primero se detiene a los supuestos criminales, con mucha pompa y ruido mediático, para luego investigarlos a fondo. Se criminaliza a todo el mundo tomando como base la sospecha o indicios insuficientes, lo que habla mucho del profesionalismo de nuestros policías, jueces y fiscales. Todo al revés, a cualquier detenido le toca defender su inocencia, entre rejas, antes que le hayan probado su culpabilidad, y eso que la legislación boliviana establece que todos somos inocentes hasta que se nos pruebe lo contrario.

Entretanto, no se me borra de la mente el golpe seco que no he oído de esa cabeza desplomándose de cara sobre el pavimento. 


18 abril, 2013

6 ¿A quién beneficia el rally Dakar?


El deporte une a los pueblos, por eso saludamos y damos la bienvenida a Bolivia al Dakar 2014, dijo algún burócrata del que afortunadamente no me acuerdo, satisfecho con la bonhomía de los dueños del circo sobre ruedas, como si fuera un regalo de dioses. Y encima, el país tiene que pagar dos millones de dólares sólo por la participación, como una franquicia de comida chatarra. Lindo deporte resulta levantar polvareda, provocar ruido infernal y derrochar combustible. Siempre me he cuestionado qué puede tener de deportivo que unos cuantos tipos adinerados satisfagan al volante sus ansias de adrenalina, mientras la muchedumbre se aposta a la vera del camino para ver derrapar o volcarse una máquina. ¿Qué motivos llevan a la gente a asolearse durante horas a la orilla de una curva, tentando a la muerte en todo momento?, luego cuando sucede lo inevitable, todo el mundo lloriquea y busca a quién echarle la responsabilidad. La imbecilidad no merece compasión. 

Menos mal que la trayectoria por territorio nacional contempla dos etapas y únicamente en la categoría de motos y cuadriciclos. Nuestros caminos no están preparados para coches y camiones, gracias a dios. Aún así, la noticia de la aceptación fue un triunfo para la diplomacia del poncho, que en un céntrico hotel de La Paz agasajó con bailes folclóricos –como no podía ser de otra manera-a los organizadores del rally. El gobierno declaró “prioridad nacional” el evento deportivo e hizo saber que cuatro ministros, nada menos, trabajarán codo a codo en la organización del acontecimiento. Tal vez padezca de amnesia, pero hace tiempo que no oigo que se haya declarado prioridad nacional asuntos banales como la desnutrición infantil o la mortalidad materna, con cuyos indicadores Bolivia es la triste campeona de Sudamérica.  Pero según las autoridades, con el Dakar, Bolivia estará en boca de todo el mundo. Nuestra imagen está en juego, acotan orgullosamente.

Y ahora manos a la obra. En menos de un año toca levantar infraestructura al servicio de los corredores y de los turistas que acompañarán la epopeya de los caballeros mecanizados. A pesar de las promesas de que las poblaciones afectadas serán adecuadas con servicios hoteleros, energía eléctrica y comunicaciones, con el tiempo pisando los talones es probable que todo se improvise a marchas forzadas. Así no se pueden construir instalaciones que vayan a durar, por mucho dinero que se emplee. El entusiasmo de los pobladores apenas durará lo que tarde en difuminarse el rugido de los motores. Que lleguen cincuenta mil o cien mil turistas es lo de menos, pues apenas dejarán migajas y muchas latas vacías en el trayecto. El turismo de aventura, de carpa y mochila no es precisamente respetuoso con el medio ambiente y difícilmente hace uso de hoteles y otros servicios relacionados. Al rally no llegarán personas jubiladas, de mayor poder adquisitivo, dispuestas a la contemplación del paisaje. 

Ya me imagino la destrucción que ocasionarán centenares de vehículos que romperán la quietud del Salar de Uyuni, uno de nuestros orgullos naturales por sus paisajes que parecen extraídos de otro mundo. Una límpida llanura blanca será hollada hasta el hartazgo sólo para satisfacer el ego de unos cuantos privilegiados que dizque se ponen a prueba con el destino. De yapa juegan a los principitos, filosofando sobre sus mezquinas existencias, puestas a prueba a lomo de bestias mecánicas. Después del furor, después de que las autoridades se feliciten por el éxito gracias a sus denodados esfuerzos, no habrá quien esté dispuesto a recoger las latas del camino y limpiar las cagarrutas de los embobados espectadores. Del derrame de aceite y combustible mejor no hablemos. Total, lo asimilará la Madre Tierra. Paradójico que un gobierno que hace estandarte de la cuestión ecológica, auspicie un evento infernal que atenta contra los parajes naturales, rompiendo el frágil equilibrio de la vida animal y vegetal, además de destruir rutas arqueológicas, como se ha denunciado en Argentina.

Razón tenían los países africanos que en la práctica han expulsado de sus tierras esta exhibición desenfrenada de marcas poderosas, aunque sus promotores arguyan el pretexto de la inseguridad y amenazas de terrorismo. Ya era bastante obsceno el despliegue de logística a todo lujo y el derroche de cuantioso dinero en las narices de los propios africanos, cuyos pueblos azotados inmisericordemente por la sequía y la hambruna, veían pasar, como invitados de piedra, las caravanas de forasteros que solo llegaban a levantar polvo y humareda. ¿Qué ha quedado de aquellas aventuras por territorio africano? Absolutamente nada, salvo los huesos de algunos pilotos, pastores y cabras que tuvieron la culpa de atravesarse en plena carrera. Como si nada.

Lo mismo sucederá, aquí en Bolivia: mucho ruido y pocos dólares de recompensa. Un negocio sumamente rentable de una empresa francesa que se lleva la mayor parte de la bolsa por derechos de televisación y auspicios. Para los países que ponen el suelo a pisotear y su aire a contaminar, apenas ingresos exiguos por rebote turístico. Es increíble cómo nuestros gobiernos bajan la cerviz ante estas nuevas prácticas colonialistas: los organizadores vienen a imponer sus propias reglas, a exigir aportes públicos y hasta tienen el desparpajo de escoger qué rutas se adaptan a sus exigentes gustos, con el costo medioambiental que ello significa. Gran orgullo que el cono sur se haya convertido en el “patio de aventuras” de norteños ricachones. Y nosotros, felices aplaudimos que hagan mierda nuestro entorno natural. Salud por ello.  

            
Quinientos estúpidos en la línea de salida
Letra: Renaud Séchan.

Quinientos estúpidos en la línea de salida
Quinientos mamíferos sobre sus motos
Son demasiadas narices
En las puertas del desierto
Un paquete de cabrones
Al viento del Ténéré

El rally mecánico
Los Mad Max de bazar
De nuevo empezaron su circo
Al sol de enero

Van a atravesar África
Con sus pies en el faro
Manchando las pistas
Y volviendo bronceados

Encantados de este obsceno
Y lamentable juego
"Bella aventura humana" dicen los periodicuchos

Quinientos estúpidos en la línea de salida
Quinientos pendejos en sus camiones
Son demasiadas narices
En las puertas del desierto
Un paquete de cabrones
Al viento del Ténéré

Pasa la caravana
Y los perros ya no ladran más
Bajo las ruedas de las motos
Hay sangre derramada

El de unos pocos salvajes
Que han querido cruzar
Las calles de sus pueblos
Cuando ustedes pasaron

Como pequeños Rommel
Todos en cuero y acero
Escupiendo sus decibeles
Sobre niños diezmados

Quinientos estúpidos en la línea de salida
Quinientos títeres en sus coches
Son demasiadas narices

En las puertas del desierto
Un paquete de cabrones
Al viento del Ténéré

Cuántos años más
Esta sarta de cretinos
Harán su campo de deportes
En un continente entero

Cuántos años por fin
Estos bueyes patrocinados
Tomarán el suelo africano
Por su patio de recreo

En sus juguetes odiosos
Los bombones bien calientes
En el fondo de sus deliciosas
Vestimentas fluorescentes

Quinientos estúpidos en la línea de salida
Quinientos mamíferos sobre sus motos
Son demasiadas narices
En las puertas del desierto
Un paquete de cabrones
Al viento del Ténéré.

13 abril, 2013

6 Tanto cinismo agota


La nave de la austeridad, diseñada para un club millonario
De verdad, ya cansa escuchar una y otra vez a nuestros gobernantes justificando sus arbitrariedades. Decir una cosa cuando hacen justamente lo contrario. Qué clase de idiotas somos para creer que el jefe de Estado sea “un ejemplo de austeridad mundial” (según el vicepresidente) cuando los hechos cantan contundentemente que Evo Morales es el presidente más viajero de la historia nacional. No descansa el abnegado hombre “trabajando por servir al país”, de sol a sol, inaugurando campos deportivos y coliseos en todos los rincones. Según la presidenta del Senado, el mandatario entregó 4.000 obras en sus siete años de gobierno. Cuántas obras, el país se debe sentir feliz, cuando se inauguran más canchas que escuelas. Más sedes sindicales que hospitales. Más transmisiones de Evo futbolista que de programas culturales.  ¿Y con qué dinero pagan esa austeridad?, ¿quién financió el viaje de una delegación de 90 personas a los funerales de Hugo Chávez?, ¿quién costea los 6.000 dólares que cuesta la hora de vuelo del avioncito presidencial?... ¡Austeras, mis polainas!

Hace poco, para abusar de la paciencia del pueblo, al vicepresidente se le ocurrió emitir un decreto que establecía el pago de viáticos y pasajes de avión para la esposa e hijos de las dos principales autoridades de la plurinación. Afecto a los grandes lujos, el vicepresidente quiso ofrecerle el trato de una princesa a su flamante esposa y para disimular incluyó entre los beneficiados a los hijos del presidente. Evo Morales, parecía estar muy de acuerdo, callando como de costumbre cuando se aprueba una medida polémica. Como la indignación subió como la espuma, el privilegio duró poco más que el canto de un gallo. Con el rostro visiblemente contraído y molesto, tuvo que abrogar el decreto, argumentando que su familia se vio amenazada, amedrentada e insultada en las calles. Poco después declaró: “Mi hermana quería ser Primera Dama. Yo le dije a mi hermana: eso es insulto de mujer. Si la compañera fuera presidenta ¿su marido sería el primer caballero? No habría primer caballero. Eso de ser Primera Dama es un insulto a la mujer y no acepté”.  Lo paradójico es que, días antes, la ministra de Comunicación defendió a ultranza que la hija jovencita del presidente tenía el derecho a ejercer de primera dama. 

Miren cómo son las cosas, que ahora el hombre más poderoso del país se siente víctima de una persecución mediática. Como la sociedad ha recobrado la conciencia, tal parece que las críticas contra la cacareada política de austeridad  son muestras de odio, discriminación y racismo, tal como le oímos al vice: “Tengo que señalar que hemos visto un nuevo acto de una terrible injusticia racista contra el presidente Morales. Cuando otros presidentes viajaban con 15 personas de sus amistades nadie decía nada, pero cuando el presidente indígena lleva a un familiar se rajan la vestidura. Todos tienen derecho, menos un indígena. Tengo que denunciar esa actitud de descarado racismo hacia el presidente Evo por ser indígena”. Bonita excusa, esgrimir el supuesto origen indígena de Morales, cuando los mismos indígenas no lo reconocen como tal, pero vender esa imagen artificial al resto del mundo siempre es redituable.

El primer mandatario se quejó de ser discriminado por viajar con sus hijos: "tal vez les molesta que mi hijo viaje conmigo en el avión presidencial, tal vez de eso tengo que pagar, por supuesto se alojan (cuando viajamos) se paga un cuarto aparte y a veces por razones económicas nos quedamos en mi cuarto cuando viajamos al exterior" (…)“A veces siento que estoy sometido a una cuestión de discriminación”. Y cuando el resto de los bolivianos viajamos por razones laborales, ¿la empresa nos paga también los pasajes y estadía de nuestros allegados?, ¿acaso no dijo Morales que era como todos, un hijo del pueblo, un boliviano más?

"Nunca jamás he gastado la plata del pueblo, la plata del Tesoro, sin embargo de cada viaje que me acompañan piden informe escrito de los parlamentarios de la derecha, cada vez tengo que estar rindiendo informe". Caramba, el pobre hombre se queja de tener que rendir por el montón de dinero que sus viajes -muchos de placer- significan al tesoro público. Los demás burócratas, en cambio, tienen que justificar hasta el gasto de una botella de agua, que para eso se les paga, y nadie se queja. A los privilegiados no hay que reprobarlos ni con la mirada.

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Epílogo: Apreciados amigos, tengo la impresión de que ya están abrumados con tantas noticias desagradables de este triste país y de sus originales gobernantes. Yo mismo he llegado a un agotamiento mental con tanta mentira, descaro y manipulación de los hechos. Y ver la cara de nuestros políticos es ejercicio de paciencia que ronda el masoquismo. Seguiré el consejo de un pariente, quien no ve los noticieros nacionales porque le producen cefaleas. A partir de ahora, solo me dedicaré a repercutir noticias chuscas o surrealistas o que rondan la caricatura. Me parece más saludable escribir sobre el aburrimiento de una carrera de caracoles, la gratuidad del aire o sobre el suplicio de comer una alcachofa. Gracias por su comprensión.

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