No puede ser, otra vez soldados que se extravían en su
“patriótica” lucha contra el contrabando. En esta época de artilugios tecnológicos
al alcance de todo bolsillo, es inadmisible que no se dote a las patrullas militares de un pinche
localizador GPS, más grave aún cuando éstas tienen que operar en la difusa y
conflictiva frontera con Chile. Se sabe que los contrabandistas van equipados
con la última tecnología para evadir los controles aduaneros. Entonces, ¿de qué
lucha frontal y efectiva contra las mafias internadoras de autos ilegales nos
habla Evo Morales? ¿Qué hacían tres soldados, varios kilómetros dentro de
territorio chileno, sin un sargento u oficial que los comandara?¿es creíble la
historia de que tomaron la iniciativa de seguir el rastro de posibles
contrabandistas, siendo apenas unos reclutas?¿en qué escuela militar o cuartel se
enseña que soldados armados pueden atravesar fronteras despreocupadamente?¿y si
de verdad se extraviaron, por qué el comando envía a gente sin experiencia a
patrullar en una zona tan sensible?
Y no es la primera vez. Ya no hay excusas. De poco sirvió el
vergonzoso antecedente de junio de 2011. En aquella ocasión un contingente de
14 militares fue detenido por Carabineros de Chile, luego de haber traspasado
ilegalmente la frontera con el mismo pretexto: perseguían valiente y denodadamente
a contrabandistas y no se dieron cuenta de su error. Los policías chilenos
actuaron de oficio, y la lógica les respalda, pues resulta que los efectivos
bolivianos se estaban movilizando en dos vehículos que habían decomisado a ciudadanos
chilenos a punta de fusil, un día antes, dentro de territorio mapochino.
Otra cosa es que la justicia del vecino país, los haya
tratado como a delincuentes o terroristas, haciéndoles desfilar ante la prensa con
grilletes en los pies, a semejanza de los reos peligrosísimos de uniforme
naranja que vemos en cualquier película norteamericana. A nadie en el país le
quedó duda de que era un trato humillante-enmanillados y encapuchados- a
ciudadanos bolivianos bajo uniforme. Evo Morales, declaró entonces con genuina
indignación: "En Chile saben que
estamos movilizados en la lucha contra el contrabando, y no puedo entender que
algunas autoridades sean defensoras del contrabando en Chile. La agresión no es
ninguna solución y no puedo entender de que algunas autoridades (de Chile) por
más que sean subalternas reconozcan la violación a los derechos humanos. Dejar
incomunicados a nuestros soldados, encapuchados, enmanillados, es una flagrante
violación a los derechos humanos". Tres meses después, el régimen que
preside ordenó dar una paliza brutal a indígenas del Tipnis. Pero ellos no
tienen un presidente o un extraterrestre que reclame por sus derechos humanos.
Aquel incidente fronterizo se zanjó con la expulsión de los
militares luego de unos días de detención en cárceles chilenas. Eso sí, siempre
sosteniendo la acusación de que estaban delinquiendo en su país. Al contrario,
el gobierno boliviano sostuvo que estaban en misión oficial. Y tal parece que
nuestras tropas no aprendieron la lección. Hace pocos días se volvió a repetir
el hecho, con la diferencia de que la policía chilena brindó un trato más
benevolente a los tres soldados capturados. Pero que otra vez, gendarmes
chilenos conduzcan del brazo a militares bolivianos, sigue siendo vergonzante
para nuestras Fuerzas Armadas. Lo increíble es que ningún jefe del alto mando
se pronuncie. No nos extraña, pues tiempo ya que abrazaron la causa “revolucionaria”.
Mientras las autoridades chilenas prosiguen con sus investigaciones
y preparan el juicio correspondiente, en Bolivia ya se habla de
condecoraciones, tal como Evo declaró a un medio televisivo de aquel país, volviendo
a despotricar contra sus agentes,
afirmando que “soldados que cumplen una
misión contra el contrabando y narcotráfico son detenidos por los Carabineros,
levanta muchas sospechas”. Lo paradójico es que nuestro mandatario sugiera
que son las autoridades chilenas quienes obstaculizan y fomentan estas
actividades ilegales, considerando que estamos ante un Gobierno caracterizado
por su permisividad y negligencia ante los contrabandistas y narcotraficantes
que operan en todas las fronteras. Y más aún, cuando se los premió con una
amnistía hace un año atrás, que permitió legalizar en tiempo record casi cien mil autos, muchos de ellos robados
en países vecinos. En varios medios chilenos, se han publicado emails de cómo
grupos locales dedicados al robo de autos, ofrecen marcas y modelos a pedido de
clientes bolivianos. Al día de hoy, el tráfico ilegal de motorizados continúa
de manera sostenida, porque en el ambiente persiste la creencia de que ocurrirá
otro perdonazo. La presión social de estas mafias es sumamente poderosa, tanto
que se vale de poblaciones enteras para conseguir sus fines.
Irónicamente, antes se condecoraba a los soldados por el
valor en batalla. En estos tiempos revolucionarios la cosa ha cambiado. Basta
extraviarse como atolondrados en territorio enemigo (quiero ser inocente para
creer que estaban persiguiendo al crimen organizado). En contra de lo que dicta
el sentido común, aquella vez, los militares fueron recibidos como héroes y, al
poco tiempo, ascendidos de grado y condecorados por el mismo presidente (foto).
Ni una sola investigación, ni nada de nada. Hoy, los tres soldaditos imberbes,
seguramente ya se frotan las manos mientras duermen en celdas chilenas. En Chile,
existe la impresión generalizada de que en nuestro país se premia a los
delincuentes. Aquí, aplaudimos la valentía del hermano presidente por denunciar
a los malvados chilenos. No sé qué es más esperpéntico: que los yanquis
otorguen medallas a sus pilotos por apretar un botón o que Evo condecore la
ineptitud de nuestros militares. Así nos va. Otra muestra más de la salsa
plurinacional en la que nos revolcamos. Y además picante, con Chile nada menos.